Estimados: este es un tema que hace un tiempo está dando vueltas por internet. No sabemos qué grado de certeza tendrá esta información, pero vale la pena analizarlo porque es realmente preocupante.
De la guerra climática
En las discusiones y en las investigaciones sobre el llamado calentamiento global que el planeta padece, rara vez aparece mencionado el tema de la guerra climática. Juan Gelman (Para Kaos en la Red) [05.01.2008 04:09] - 80 lecturas - 1 comentarios
El Premio Nobel de la Paz 2007 fue compartido, como es notorio, por Al Gore y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés). Es notable que ni en el discurso del ex vicepresidente estadounidense, ni en los informes del IPCC premiados, hubiera una mención al desarrollo de armas climáticas en el que están empeñados los EE.UU. desde hace más de medio siglo. También Rusia y Europa han comenzado esa carrera.Es un tema que rara vez aparece en las discusiones y/o investigaciones sobre el llamado calentamiento global o efecto invernadero que el planeta padece. En su informe final sobre las alternativas de defensa del país, la Fuerza Aérea norteamericana registra que a fines de los ’40, con la Guerra Fría más caliente que nunca, el Pentágono investigaba ya la posibilidad de instrumentar “formas de guerra climática inimaginables” 2005. (Esto entraña una tecnología que Washington sigue perfeccionando en el marco del Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (Haarp, por sus siglas en inglés), establecido en 1992. Que no es broma.Los fines declarados del Haarp son inocentemente científicos, pero pareciera que más bien se busca lograr un arma de destrucción masiva capaz de desestabilizar el sistema ecológico del mundo. Lo dice el informe citado: “La modificación del clima formará parte de la seguridad nacional e internacional y podría llevarse a cabo unilateralmente... Ofrece una amplia gama de opciones posibles para derrotar o frenar a un adversario... Puede tener aplicaciones ofensivas y defensivas y hasta ser empleada con propósitos disuasivos. La capacidad de generar lluvias, niebla y tormentas a nivel terrestre o de modificar el clima exterior... y la producción de un clima artificial son elementos de un conjunto integrado de tecnologías (militares)”.En Gakona, Alaska, la Fuerza Aérea, la Marina y la Oficina de investigación de proyectos avanzados de defensa del Pentágono han instalado 180 antenas que funcionan como una sola y son capaces de emitir hasta un billón de ondas de radio de alta frecuencia que introducen una masa ingente de energía en la ionosfera, o capa superior de la atmósfera, que reenvía hacia ésta radiaciones que aumentan su temperatura. Se puede así inducir un cambio en la ionosfera que permite alterar el clima de una zona seleccionada de la superficie terrestre con secuelas desastrosas: lluvias excesivas, inundaciones, multiplicación de huracanes, sequías prolongadas, terremotos, la interrupción del suministro eléctrico y de las comunicaciones por cable, accidentes graves en gasoductos y oleoductos, etc. ¿Será un arma de la guerra geofísica? En el sitio oficial que explica el proyecto puede leerse que “Haarp es un empeño científico destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionosfera,con énfasis particular en su comprensión y su uso para incrementar los sistemas de comunicaciones y de vigilancia, tanto con propósitos civiles como con finalidades de defensa”. Parece claro.El economista canadiense Michel Chossudovsky señala que la manipulación del clima permitiría a EE.UU. dominar regiones enteras: “Sería el arma preventiva por excelencia. Se puede dirigir contra países enemigos o ‘naciones amigas’ sin su conocimiento, utilizarse para desestabilizar economías, ecosistemas y la agricultura. Podría asimismo devastar los mercados financieros y comerciales. Una agricultura desestabilizada crea mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de la importación de granos procedentes de EE.UU. y de otros países occidentales” (diciembre de 2007). Hay más: sus efectos pueden ser graves para el cerebro y el comportamiento humanos.El Pentágono hizo pública por primera vez la utilización bélica de las técnicas de modificación del clima en 1974: hacía siete años que con esa tecnología concentraba nubes sobre Vietnam y Camboya para incrementar las lluvias en las zonas seleccionadas, provocar derrumbes de tierra y tornar intransitables las rutas por la que Hanoi enviaba suministros al Vietcong ). Esto condujo a la Asamblea General de las Naciones Unidas a aprobar en 1977 una convención que prohibía “el uso militar u hostil de técnicas de modificación ambiental que causan efectos graves, generalizados y duraderos”. Este principio fue incorporado en el proyecto de convención sobre el cambio climático de la onU que se debatió en Río de Janeiro en 1992, pero la cuestión se ha convertido en una suerte de tabú. Aunque tácitamente se acepta su existencia, los debates en la onU se centran en el protocolo de Tokio, que EE.UU. rechaza. The rest is silence.
La “guerra climática” fue excluida de la agenda sobre el cambio climático
Michel Chossudovsky
The Ecologist
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
“El HAARP es un arma de destrucción masiva, capaz de desestabilizar los sistemas agrícolas y ecológicos en todo el globo.”
La “guerra climática” amenaza potencialmente el futuro de la humanidad, pero ha sido excluida con indiferencia de los informes por los que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas, (IPCC) recibió el Premio Nobel de la Paz 2007”
Aunque pocas veces se habla del tema en el debate sobre el cambio climático global, ahora pueden modificar el clima del mundo con una nueva generación de armas electromagnéticas avanzadas. Tanto EE.UU. como Rusia han desarrollado capacidades para manipular el clima para el uso militar.
Los militares de EE.UU. han aplicado técnicas de modificación del medioambiente durante más de medio siglo. El matemático estadounidense John von Neumann, en asociación con el Departamento de Defensa de EE.UU., comenzó su investigación sobre la modificación del clima a fines de los años cuarenta en plena Guerra Fría y previó ‘formas de guerra climática aún no imaginadas.’ Durante la guerra de Vietnam, se utilizaron técnicas de bombardeo de nubes, comenzando en 1967 con el Proyecto Popeye, cuyo objetivo era prolongar la estación del monzón y bloquear rutas de suministro del enemigo a lo largo de la Pista Ho Chi Minh.
Las fuerzas armadas de EE.UU. han desarrollado capacidades que les permiten alterar selectivamente los modelos climáticos. La tecnología, que está siendo perfeccionada bajo el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP), es un apéndice de la Iniciativa de Defensa Estratégica – ‘la Guerra de las Estrellas’. Desde el punto de vista militar, HAARP es un arma de destrucción masiva, que opera desde la atmósfera exterior y es capaz de desestabilizar sistemas agrícolas y ecológicos en todo el mundo.
La modificación del clima, según el documento de la Fuerza Aérea de EE.UU. AF 2025 Informe Final, ‘ofrece al combatiente en la guerra una amplia gama de posibles opciones para derrotar o coercer a un adversario;’ sus capacidades, dice, se extienden a la provocación de inundaciones, huracanes, sequías y terremotos: ‘La modificación del clima se convertirá en parte de la seguridad interior e internacional y podría ser realizada unilateralmente... Podría tener aplicaciones ofensivas y defensivas e incluso ser utilizada para propósitos de disuasión. La capacidad de generar precipitaciones, niebla y tormentas en la tierra o de modificar el clima en el espacio... y la producción de clima artificial forman todas parte de un conjunto integrado de tecnologías (militares).’
En 1977, una convención internacional que prohíbe “el uso de técnicas militares u otras hostiles de modificación del medio ambiente que tengan efectos generalizados, duraderos o severos.” fue ratificada por la Asamblea General de la ONU. Define “las técnicas de modificación del medio ambiente” como “cualquier técnica para cambiar – a través de la manipulación deliberada de procesos naturales – la dinámica, la composición o la estructura de la tierra, incluyendo su biota, litosfera, hidrosfera y atmósfera, o el espacio exterior.”
Mientras la sustancia de la Convención de 1977 fue reafirmada en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) firmada en la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, el debate sobre la modificación del clima para uso militar se ha convertido en un tabú científico.
Los analistas militares guardan silencio sobre el tema. Los meteorólogos no investigan el asunto y los ecologistas se concentran en las emisiones de gases invernadero bajo el Protocolo de Kyoto. Tampoco se incluye la posibilidad de manipulaciones climáticas o medioambientales como parte de una agenda militar y de inteligencia del debate más amplio sobre el cambio climático bajo los auspicios de la ONU, aunque es reconocida tácitamente.
El programa HAARP
Establecido en 1992, HAARP, basado en Gokona, Alaska, utiliza una serie de antenas de alta potencia que transmiten a través de ondas de radio de alta frecuencia, cantidades masivas de energía a la ionosfera (la capa superior de la atmósfera). Su construcción fue financiada por la Fuerza Aérea de EE.UU., la Armada de EE.UU., y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (DARPA. por sus siglas en inglés). Operado conjuntamente por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y la Oficina Naval de Investigación, HAARP constituye un sistema de poderosas antenas capaces de crear ‘modificaciones locales controladas de la ionosfera.’ Según su sitio oficial en la Red, www.haarp.alaska.edu , HAARP será utilizado ‘para inducir un cambio pequeño, localizado en la temperatura ionosférica para que puedan estudiarse reacciones físicas mediante otros instrumentos ubicados en o cerca de la instalación de HAARP.’
Pero Rosalie Bertell, presidenta del Presidenta del Instituto Internacional de Asuntos de Salud Pública, dice que HAARP opera como ‘un gigantesco calefactor que puede causar importantes alteraciones en la ionosfera, creando no sólo agujeros, sino largas incisiones en la capa protectora que impide que radiación letal bombardee el planeta.’
El físico Dr. Bernard Eastlund lo calificó de ‘el mayor calefactor ionosférico jamás construido.’ HAARP es presentado por la Fuerza Aérea de EE.UU. como un programa de investigación, pero documentos militares confirman que su principal objetivo es ‘inducir modificaciones ionosféricas’ a fin de alterar modelos climáticos y desestabilizar comunicaciones y radar.
Según un informe de la Duma Estatal rusa: “EE.UU. planifica realizar experimentos en gran escala bajo el programa HAARP [y] crear armas capaces de romper las líneas de comunicaciones por radio y equipos instalados sobre naves espaciales y cohetes, provocar serios accidentes en las redes eléctricas y en óleo y gasoductos, y tener un impacto negativo en la salud mental de regiones enteras.’*
Un análisis de declaraciones provenientes de la Fuerza Aérea de EE.UU. apunta a lo impensable: la manipulación encubierta de modelos climáticos, comunicaciones y sistemas de energía eléctrica como un arma de la guerra global, capacitando a EE.UU. para desestabilizar y dominar regiones enteras. La manipulación climática es el arma preventiva por excelencia. Puede ser dirigida contra países enemigos o ‘naciones amigas’ sin su conocimiento, utilizada para desestabilizar economías, ecosistemas y agricultura. También puede provocar el caos en los mercados financieros y de materias primas. La alteración en la agricultura causa una mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de productos de granos importados de EE.UU. y de otros países occidentales.
HAARP fue desarrollado como parte de una cooperación anglo-estadounidense entre Raytheon Corporation, que posee las patentes de HAARP, la Fuerza Aérea de EE.UU. y British Aerospace Systems (BAES).
El proyecto HAARP es uno de varios cometidos en la colaboración en sistemas de armas avanzadas entre los dos gigantes de la defensa. El proyecto HAARP fue iniciado en 1992 por Advanced Power Technologies, Inc. (APTI), subsidiaria de Atlantic Richfield Corporation (ARCO). APTI (incluyendo las patentes de HAARP) fue vendida por ARCO a E-Systems Inc, en 1994. E-Systems, con un contrato de la CIA y del Departamento de Defensa de EE.UU., equipó el “Plan del Día del Juicio Final,” que ‘permite que el presidente dirija una guerra nuclear.’ Subsiguientemente adquirida por Raytheon Corporation, es uno de los mayores contratistas de los servicios de inteligencia del mundo. BAES estuvo involucrada en el desarrollo de la etapa avanzada de la serie de antenas de HAARP bajo un contrato de 2004 con la Oficina de Investigación Naval.
La instalación de 132 transmisores de alta frecuencia fue confiada por BAES a su subsidiaria estadounidense, BAE Systems Inc. El proyecto, según un informe de julio en Defense News, fue emprendido por la división de Guerra Electrónica de BAES. En septiembre recibió el máximo galardón de DARPA por logros técnicos en el diseño, construcción y activación del sistema de antenas de HAARP.
Actualmente el sistema HAARP es plenamente operacional y en muchos aspectos hace parecer pequeños los sistemas convencionales y estratégicos de armas. Aunque no existe una evidencia firme de su uso para propósitos militares, documentos de la Fuerza Aérea sugieren que HAARP forma parte integral de la militarización del espacio. Se podría esperar que las antenas ya hayan sido sometidas a ensayos de rutina.
Bajo la UNFCCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), tiene mandato ‘para evaluar información científica, técnica y socioeconómica relevante para la comprensión del cambio climática.’ Este mandato incluye la guerra medioambiental. “La geo-ingeniería” es reconocida, pero las aplicaciones militares subyacentes no son ni objeto de análisis político ni de investigación científica en los miles de páginas de informes y documentos de apoyo del IPCC, basados en los conocimientos y la contribución de unos 2.500 científicos, responsables políticos y ecologistas. El ‘cambio climático’ amenaza potencialmente el futuro de la humanidad, pero ha sido excluido a la ligera de los informes por los que el IPCC recibió el Premio Nobel de la Paz de 2007.
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7561
The Ecologist , diciembre de 2007
______________________________________________El infierno en nombre de DiosEl caos en nombre del ordenLa guerra en nombre de la pazRed Eco Alternativo__________________________________La cultura del terror/7
El colonialismo visible te mutila sin disimulo: te prohibe decir, te prohibe hacer, te prohibe ser. El colonialismo invisible, en cambio te convence de que la servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza: te convence de que no se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser
Eduardo Galeano - El libro de los abrazos
El Premio Nobel de la Paz 2007 fue compartido, como es notorio, por Al Gore y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés). Es notable que ni en el discurso del ex vicepresidente estadounidense, ni en los informes del IPCC premiados, hubiera una mención al desarrollo de armas climáticas en el que están empeñados los EE.UU. desde hace más de medio siglo. También Rusia y Europa han comenzado esa carrera.Es un tema que rara vez aparece en las discusiones y/o investigaciones sobre el llamado calentamiento global o efecto invernadero que el planeta padece. En su informe final sobre las alternativas de defensa del país, la Fuerza Aérea norteamericana registra que a fines de los ’40, con la Guerra Fría más caliente que nunca, el Pentágono investigaba ya la posibilidad de instrumentar “formas de guerra climática inimaginables” 2005. (Esto entraña una tecnología que Washington sigue perfeccionando en el marco del Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (Haarp, por sus siglas en inglés), establecido en 1992. Que no es broma.Los fines declarados del Haarp son inocentemente científicos, pero pareciera que más bien se busca lograr un arma de destrucción masiva capaz de desestabilizar el sistema ecológico del mundo. Lo dice el informe citado: “La modificación del clima formará parte de la seguridad nacional e internacional y podría llevarse a cabo unilateralmente... Ofrece una amplia gama de opciones posibles para derrotar o frenar a un adversario... Puede tener aplicaciones ofensivas y defensivas y hasta ser empleada con propósitos disuasivos. La capacidad de generar lluvias, niebla y tormentas a nivel terrestre o de modificar el clima exterior... y la producción de un clima artificial son elementos de un conjunto integrado de tecnologías (militares)”.En Gakona, Alaska, la Fuerza Aérea, la Marina y la Oficina de investigación de proyectos avanzados de defensa del Pentágono han instalado 180 antenas que funcionan como una sola y son capaces de emitir hasta un billón de ondas de radio de alta frecuencia que introducen una masa ingente de energía en la ionosfera, o capa superior de la atmósfera, que reenvía hacia ésta radiaciones que aumentan su temperatura. Se puede así inducir un cambio en la ionosfera que permite alterar el clima de una zona seleccionada de la superficie terrestre con secuelas desastrosas: lluvias excesivas, inundaciones, multiplicación de huracanes, sequías prolongadas, terremotos, la interrupción del suministro eléctrico y de las comunicaciones por cable, accidentes graves en gasoductos y oleoductos, etc. ¿Será un arma de la guerra geofísica? En el sitio oficial que explica el proyecto puede leerse que “Haarp es un empeño científico destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionosfera,con énfasis particular en su comprensión y su uso para incrementar los sistemas de comunicaciones y de vigilancia, tanto con propósitos civiles como con finalidades de defensa”. Parece claro.El economista canadiense Michel Chossudovsky señala que la manipulación del clima permitiría a EE.UU. dominar regiones enteras: “Sería el arma preventiva por excelencia. Se puede dirigir contra países enemigos o ‘naciones amigas’ sin su conocimiento, utilizarse para desestabilizar economías, ecosistemas y la agricultura. Podría asimismo devastar los mercados financieros y comerciales. Una agricultura desestabilizada crea mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de la importación de granos procedentes de EE.UU. y de otros países occidentales” (diciembre de 2007). Hay más: sus efectos pueden ser graves para el cerebro y el comportamiento humanos.El Pentágono hizo pública por primera vez la utilización bélica de las técnicas de modificación del clima en 1974: hacía siete años que con esa tecnología concentraba nubes sobre Vietnam y Camboya para incrementar las lluvias en las zonas seleccionadas, provocar derrumbes de tierra y tornar intransitables las rutas por la que Hanoi enviaba suministros al Vietcong ). Esto condujo a la Asamblea General de las Naciones Unidas a aprobar en 1977 una convención que prohibía “el uso militar u hostil de técnicas de modificación ambiental que causan efectos graves, generalizados y duraderos”. Este principio fue incorporado en el proyecto de convención sobre el cambio climático de la onU que se debatió en Río de Janeiro en 1992, pero la cuestión se ha convertido en una suerte de tabú. Aunque tácitamente se acepta su existencia, los debates en la onU se centran en el protocolo de Tokio, que EE.UU. rechaza. The rest is silence.
La “guerra climática” fue excluida de la agenda sobre el cambio climático
Michel Chossudovsky
The Ecologist
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
“El HAARP es un arma de destrucción masiva, capaz de desestabilizar los sistemas agrícolas y ecológicos en todo el globo.”
La “guerra climática” amenaza potencialmente el futuro de la humanidad, pero ha sido excluida con indiferencia de los informes por los que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas, (IPCC) recibió el Premio Nobel de la Paz 2007”
Aunque pocas veces se habla del tema en el debate sobre el cambio climático global, ahora pueden modificar el clima del mundo con una nueva generación de armas electromagnéticas avanzadas. Tanto EE.UU. como Rusia han desarrollado capacidades para manipular el clima para el uso militar.
Los militares de EE.UU. han aplicado técnicas de modificación del medioambiente durante más de medio siglo. El matemático estadounidense John von Neumann, en asociación con el Departamento de Defensa de EE.UU., comenzó su investigación sobre la modificación del clima a fines de los años cuarenta en plena Guerra Fría y previó ‘formas de guerra climática aún no imaginadas.’ Durante la guerra de Vietnam, se utilizaron técnicas de bombardeo de nubes, comenzando en 1967 con el Proyecto Popeye, cuyo objetivo era prolongar la estación del monzón y bloquear rutas de suministro del enemigo a lo largo de la Pista Ho Chi Minh.
Las fuerzas armadas de EE.UU. han desarrollado capacidades que les permiten alterar selectivamente los modelos climáticos. La tecnología, que está siendo perfeccionada bajo el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP), es un apéndice de la Iniciativa de Defensa Estratégica – ‘la Guerra de las Estrellas’. Desde el punto de vista militar, HAARP es un arma de destrucción masiva, que opera desde la atmósfera exterior y es capaz de desestabilizar sistemas agrícolas y ecológicos en todo el mundo.
La modificación del clima, según el documento de la Fuerza Aérea de EE.UU. AF 2025 Informe Final, ‘ofrece al combatiente en la guerra una amplia gama de posibles opciones para derrotar o coercer a un adversario;’ sus capacidades, dice, se extienden a la provocación de inundaciones, huracanes, sequías y terremotos: ‘La modificación del clima se convertirá en parte de la seguridad interior e internacional y podría ser realizada unilateralmente... Podría tener aplicaciones ofensivas y defensivas e incluso ser utilizada para propósitos de disuasión. La capacidad de generar precipitaciones, niebla y tormentas en la tierra o de modificar el clima en el espacio... y la producción de clima artificial forman todas parte de un conjunto integrado de tecnologías (militares).’
En 1977, una convención internacional que prohíbe “el uso de técnicas militares u otras hostiles de modificación del medio ambiente que tengan efectos generalizados, duraderos o severos.” fue ratificada por la Asamblea General de la ONU. Define “las técnicas de modificación del medio ambiente” como “cualquier técnica para cambiar – a través de la manipulación deliberada de procesos naturales – la dinámica, la composición o la estructura de la tierra, incluyendo su biota, litosfera, hidrosfera y atmósfera, o el espacio exterior.”
Mientras la sustancia de la Convención de 1977 fue reafirmada en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) firmada en la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, el debate sobre la modificación del clima para uso militar se ha convertido en un tabú científico.
Los analistas militares guardan silencio sobre el tema. Los meteorólogos no investigan el asunto y los ecologistas se concentran en las emisiones de gases invernadero bajo el Protocolo de Kyoto. Tampoco se incluye la posibilidad de manipulaciones climáticas o medioambientales como parte de una agenda militar y de inteligencia del debate más amplio sobre el cambio climático bajo los auspicios de la ONU, aunque es reconocida tácitamente.
El programa HAARP
Establecido en 1992, HAARP, basado en Gokona, Alaska, utiliza una serie de antenas de alta potencia que transmiten a través de ondas de radio de alta frecuencia, cantidades masivas de energía a la ionosfera (la capa superior de la atmósfera). Su construcción fue financiada por la Fuerza Aérea de EE.UU., la Armada de EE.UU., y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (DARPA. por sus siglas en inglés). Operado conjuntamente por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y la Oficina Naval de Investigación, HAARP constituye un sistema de poderosas antenas capaces de crear ‘modificaciones locales controladas de la ionosfera.’ Según su sitio oficial en la Red, www.haarp.alaska.edu , HAARP será utilizado ‘para inducir un cambio pequeño, localizado en la temperatura ionosférica para que puedan estudiarse reacciones físicas mediante otros instrumentos ubicados en o cerca de la instalación de HAARP.’
Pero Rosalie Bertell, presidenta del Presidenta del Instituto Internacional de Asuntos de Salud Pública, dice que HAARP opera como ‘un gigantesco calefactor que puede causar importantes alteraciones en la ionosfera, creando no sólo agujeros, sino largas incisiones en la capa protectora que impide que radiación letal bombardee el planeta.’
El físico Dr. Bernard Eastlund lo calificó de ‘el mayor calefactor ionosférico jamás construido.’ HAARP es presentado por la Fuerza Aérea de EE.UU. como un programa de investigación, pero documentos militares confirman que su principal objetivo es ‘inducir modificaciones ionosféricas’ a fin de alterar modelos climáticos y desestabilizar comunicaciones y radar.
Según un informe de la Duma Estatal rusa: “EE.UU. planifica realizar experimentos en gran escala bajo el programa HAARP [y] crear armas capaces de romper las líneas de comunicaciones por radio y equipos instalados sobre naves espaciales y cohetes, provocar serios accidentes en las redes eléctricas y en óleo y gasoductos, y tener un impacto negativo en la salud mental de regiones enteras.’*
Un análisis de declaraciones provenientes de la Fuerza Aérea de EE.UU. apunta a lo impensable: la manipulación encubierta de modelos climáticos, comunicaciones y sistemas de energía eléctrica como un arma de la guerra global, capacitando a EE.UU. para desestabilizar y dominar regiones enteras. La manipulación climática es el arma preventiva por excelencia. Puede ser dirigida contra países enemigos o ‘naciones amigas’ sin su conocimiento, utilizada para desestabilizar economías, ecosistemas y agricultura. También puede provocar el caos en los mercados financieros y de materias primas. La alteración en la agricultura causa una mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de productos de granos importados de EE.UU. y de otros países occidentales.
HAARP fue desarrollado como parte de una cooperación anglo-estadounidense entre Raytheon Corporation, que posee las patentes de HAARP, la Fuerza Aérea de EE.UU. y British Aerospace Systems (BAES).
El proyecto HAARP es uno de varios cometidos en la colaboración en sistemas de armas avanzadas entre los dos gigantes de la defensa. El proyecto HAARP fue iniciado en 1992 por Advanced Power Technologies, Inc. (APTI), subsidiaria de Atlantic Richfield Corporation (ARCO). APTI (incluyendo las patentes de HAARP) fue vendida por ARCO a E-Systems Inc, en 1994. E-Systems, con un contrato de la CIA y del Departamento de Defensa de EE.UU., equipó el “Plan del Día del Juicio Final,” que ‘permite que el presidente dirija una guerra nuclear.’ Subsiguientemente adquirida por Raytheon Corporation, es uno de los mayores contratistas de los servicios de inteligencia del mundo. BAES estuvo involucrada en el desarrollo de la etapa avanzada de la serie de antenas de HAARP bajo un contrato de 2004 con la Oficina de Investigación Naval.
La instalación de 132 transmisores de alta frecuencia fue confiada por BAES a su subsidiaria estadounidense, BAE Systems Inc. El proyecto, según un informe de julio en Defense News, fue emprendido por la división de Guerra Electrónica de BAES. En septiembre recibió el máximo galardón de DARPA por logros técnicos en el diseño, construcción y activación del sistema de antenas de HAARP.
Actualmente el sistema HAARP es plenamente operacional y en muchos aspectos hace parecer pequeños los sistemas convencionales y estratégicos de armas. Aunque no existe una evidencia firme de su uso para propósitos militares, documentos de la Fuerza Aérea sugieren que HAARP forma parte integral de la militarización del espacio. Se podría esperar que las antenas ya hayan sido sometidas a ensayos de rutina.
Bajo la UNFCCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), tiene mandato ‘para evaluar información científica, técnica y socioeconómica relevante para la comprensión del cambio climática.’ Este mandato incluye la guerra medioambiental. “La geo-ingeniería” es reconocida, pero las aplicaciones militares subyacentes no son ni objeto de análisis político ni de investigación científica en los miles de páginas de informes y documentos de apoyo del IPCC, basados en los conocimientos y la contribución de unos 2.500 científicos, responsables políticos y ecologistas. El ‘cambio climático’ amenaza potencialmente el futuro de la humanidad, pero ha sido excluido a la ligera de los informes por los que el IPCC recibió el Premio Nobel de la Paz de 2007.
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7561
The Ecologist , diciembre de 2007
______________________________________________El infierno en nombre de DiosEl caos en nombre del ordenLa guerra en nombre de la pazRed Eco Alternativo__________________________________La cultura del terror/7
El colonialismo visible te mutila sin disimulo: te prohibe decir, te prohibe hacer, te prohibe ser. El colonialismo invisible, en cambio te convence de que la servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza: te convence de que no se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser
Eduardo Galeano - El libro de los abrazos
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