En Catamarca las mujeres usan una burqa invisible. Muchas se pasan la vida usándola y sólo se la sacan cuando mueren. Otras, sin sacársela se dedican a señalar con juicios y a criar hijos y a cumplir lo que la sharia criolla manda. Pero, y aquí está la paradoja, todas se vuelven voz y figura propia cuando hay crisis, o cuando la cría o sus hombres son amenazados.
Estas mujeres toman la posta y luchan para después, replegarse de nuevo en la burqa, en la sharia* y darle la palabra a sus crías y a sus hombres. En parte eso es lo que hizo Juana Cabrera (46), asistente social, uno de los primeros días de enero cuando se desperezaba el sol blanco que cae a pleno en la ciudad. Decidió volverse visible al encadenarse en la Plaza 25 de Mayo frente a la Catedral para pedirle al entonces obispo Elmer Osmar Miani que impida la instalación del megaemprendimiento minero Agua Rica.
'Esto no fue político y fue totalmente pacífico porque quise evitar lo que sucedió la última vez que nos manifestamos con todo el grupo, donde hubo una feroz represión policial', contó. Los ambientalistas son silenciados por los dos principales medios de comunicación de la provincia y a nivel nacional, tampoco aparecen.
Juana es integrante del grupo de Autoconvocados de Andalgalá que, junto a sus pares de Santa María, son los principales grupos ambientalistas de la provincia en lucha abierta contra la contaminación minera y la instalación de nuevos emprendimientos.
Ahora Juana se indigna aún porque 'nada pasa. El Gobierno no se juega porque ellos son parte pero nosotros vamos a insistir para que se sepa que no inventamos, que las mineras contaminan y que se está destruyendo a la provincia'.
El silencio no es saludable
Negociados, explotación, mentiras son parte del paisaje cotidiano al que deben enfrentarse las poblaciones del oeste catamarqueño, las principales damnificadas por el accionar de las mineras que sentaron bases en la provincia para las mayores explotaciones del país.
Agua Rica, ubicado en el departamento de Andalgalá, es el segundo mayor yacimiento después de La Alumbrera ya en pleno proceso de 'producción'. La zona tiene alturas de hasta 3.300 metros sobre el nivel del mar y es rica en oro y cobre.
'Hace diez años que sufrimos las consecuencias de la explotación a cielo abierto y los gobiernos no hacen nada ni les importa: hay bronquitis, irradiaciones de metales, cánceres, consecuencias de esterilidad. Ahora ya se ve pero quizás no sea tan impactante para que los medios o alguien nos escuche', enumeró con una voz que desmiente la ferocidad de sus palabras.
Pero remató contundente y con la desesperación que mueve la injusticia: '¿O están esperando que en 20 años todo esto esté yermo y la gente enferma?'.La protesta de Juana en enero no pasó de la anécdota incluso entre la población en general. 'Lo que pasa es que creen que porque está lejos no pasa y los catamarqueños no tienen idea de lo que sí sucede y las consecuencias que traen', afirmó.
'Las mineras son un monstruo', sintetizó. En abril de este año, la Iglesia local impulsó una mesa de diálogo donde no participó el gobierno ni sectores ligados a las explotaciones. No obstante, se emitió un documento donde se pedían estudios 'serios' y algo así como explicaciones de por qué no se hace nada para frenar la contaminación ni para verificar las condiciones de explotación. Aún se espera.
Juana avanzó contra estos silencios y se convirtió en la voz de muchas que acompañan desde las sombras a las marchas y reuniones de los autoconvocados. 'Se cerraron vertientes, no hay más de 50 personas del departamento trabajando ahí cuando dijeron que iban a ser fuente laboral, se contaminan las tierras y el agua', denunció.
La protesta de Juana llegó hasta la Capital Federal donde se reunieron con los grupos ambientalistas de Gualeyguaychú. Sergio Martínez, uno de los referentes de la protesta, dijo: 'El Gobierno nos da la espalda, los medios en general nos dan la espalda y el gobierno nacional fomenta las explotaciones por lo que menos podemos esperar que se tomen medidas de prevención o se tengan en cuenta los estudios que hablan de que sí hay contaminación'.
En Catamarca el tema de la minería, como muchas cuestiones, es tierra de quienes la explotan. El Gobierno provincial mira para otro lado y en las empresas, como Alumbrera, se vanaglorian del impulso a la inclusión de género con un estimado del 20 por ciento del personal que son mujeres. Las mujeres en el yacimiento, manejan mayoritariamente los grandes camiones Caterpillar que trepan por las cuestas del enorme foso de la explotación a cielo abierto.
'Estas dos empresas tienen la cultura de la mentira', disparó Juana. Por ahora no hay más acciones en silencio, 'sin política', sólo 'para ser escuchada'.
A pesar de que la sharia prohíbe hablar de temas que son espinosos, en Catamarca las cosas empiezan a decirse.
*La palabra 'sharia' significa literalmente 'el camino al manantial'. Denota un modo islámico de vivir que es más que un sistema de justicia criminal, es un código religioso para vivir, del mismo modo que la Biblia ofrece un sistema moral para el cristiano. |
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